viernes, 11 de julio de 2025


DE AGUJA A GALLO (CUENTO POPULAR)

    Hace mucho tiempo, un viajero, que viajaba solo y a pie, llegó una noche a una posada.
    –¿Qué desea? –preguntó la posadera.
    –Quisiera posada para mí y para mi aguja –dijo el viajero.
    –¿Para usted y para su aguja?
    –Sí, pero mi aguja tiene que dormir en la cresta de un gallo. 
    –¿En la cresta de un gallo?, ¡qué cosa más rara!
    –Sí, sí... en la cresta de un gallo.
    –Bueno, bueno, como quiera... –aceptó la posadera.
    Total, que aquella noche la aguja durmió sobre la cresta de un gallo, en el corral.
    Pero sucedió que, al llegar el alba, cantó el gallo:
    –¡Quiquiriquí!
    Y con tan mala fortuna que, al erguirse el gallo para cantar, la aguja cayó de su cresta, yendo a parar a un montón de paja.
    Con la luz del día, el viajero despertó en su camastro.
    Bajó de su habitación y vio a la dueña, trajinando ya en la cocina.
    –¿Qué tal ha dormido mi aguja? –preguntó a la dueña el viajero.
    Pero fue imposible encontrar la aguja entre la paja.
    –¡Muy bien! –exclamó el viajero–, entonces me llevaré el gallo.
    Y, ¡dicho y hecho!, el viajero dejó la posada llevándose el gallo.
    Ya por el camino, iba cantando alegremente:
    –De aguja a gallo...
    El viajero caminó durante todo el día. 
    Volvió la noche, y pensó en buscar de nuevo posada.
    –Quiero posada para mí y para mi gallo –dijo el viajero.
    –No hay problema –dijo el posadero.
    –Pero mi gallo tiene que dormir encima de un caballo.
    –¿Encima de un caballo?; bueno, bueno, de acuerdo.
    Y así, aquella noche, mientras el viajero dormía en su cuartucho de la posada, su gallo lo hacía en el establo, sobre un caballo.
    Pero se ve que al caballo le molestaba aquel gallo, así que ¡PLAS! de una coz lo mató aquella noche.
    A la mañana siguiente, el viajero reclamó su gallo y, al saber que lo había matado el caballo, dijo:
    –A cambio de mi gallo, me llevaré el caballo.
   Y ya iba al trote sobre el caballo por esos caminos, mientras cantaba:
    –De aguja a gallo, de gallo a caballo...
    Ya atardecía cuando el viajero presenció un entierro.
    Estaban enterrando a una anciana.
    Cuando el entierro concluyó y todos se fueron, el viajero se acercó. 
    La penumbra ya empezaba a cubrir el campo.
    El viajero desenterró a la muerta y la cargó sobre su caballo.
    Y, mientras cabalgaba, ya cercana la noche, cantaba...
    –De aguja a gallo, de gallo a caballo, de caballo a vieja...
    –A las buenas noches –dijo la dueña de la fonda.
    –Las tenga usted –dijo el viajero.
    –Usted dirá.
    –Quiero posada para mí y para mi abuela.
    «La abuela debe de estar fatigada por el viaje, pues viene dormida», pensó la dueña de la fonda.
    El viajero añadió: –Sólo pongo una condición: mi abuela tendrá que dormir con la criada. 
    –Bueno, así nos ahorramos una habitación –dijo la dueña.
    Todo se dispuso aquella noche como había pedido el viajero:
    La criada compartiendo su lecho con la abuela.
    El viajero en su habitación.
    Y el caballo, claro está, en la cuadra.
    Pero ocurrió que la moza, molesta durante la noche, dio un codazo a la anciana, diciendo:
    –¡Hazte pa’llá mala vieja!
    Al recibir el codazo, la muerta se cayó de  la cama.
    A la mañana siguiente, dijo el viajero:
    –Como la criada ha matado a mi abuela, yo me llevaré a la criada.
    –Me parece justo –dijo la dueña–, pero mejor metamos a la moza en un saco cerrado, para que pueda llevársela sin que se le escape.
    –Sí, será mejor –asintió el viajero.
    Y al poco se alejaba de la fonda a lomos de su caballo, que también cargaba con el saco. Pero lo que no sospechaba es que le habían dado el cambiazo.
    Ya en el campo, en un ameno lugar donde fluía un remansado arro- yo, y mientras su caballo pastaba, el viajero comenzó a cantar:
    –De aguja a gallo, de gallo a caballo, de caballo a vieja, de vieja a moza...
    Y, mientras comenzaba a abrir el saco, añadió: 
    –¿Quién con ésta no retoza?
   Pero, en ese preciso momento, saltó del saco un galgo y ¡ZAS! le comió la nariz.
FIN