A mi tía Águeda
En este mes de julio, rimando alejandrinos,ritmar quiero el pasado, los recuerdos divinos.
En un arcón del alma, buscando entre neblinas
he encontrado, de pronto, mi infancia en Paradinas.
Un vislumbre de infancia como un edén perdido;
el tiempo inexorable fue mi fruto prohibido:
me arrojó de mí mismo con su fluir de días,
me quitó poco a poco las cosas que eran mías.
Me quitó aquella aguja, y el gallo y el caballo
(un cuento en el estío como un agua de mayo).
El tiempo es la serpiente, es el fruto y es Eva
y es Adán; es torrente que todo se lo lleva.
Donde viven los cuentos que contaba mi tía
anhelo intensamente poder volver un día
(un ánima bendita buscando su asadura
fue para mi inocencia la leyenda más pura).
De la nesciencia adulta quiero rasgar el velo;
sólo siendo aquel niño podré alcanzar el Cielo.
***
NOTA:
En este poema se alude a dos de aquellos cuentos que nos contaba tía Águeda cuando éramos niños: De aguja a gallo y El ánima bendita.