(SALAMANCA): POEMAS





                                      Pedro Fernández Cuesta
                                                     ***
                                  (SALAMANCA): POEMAS
                                   

    1. El tiempo, un murmullo
casi imperceptible: aquí en las piedras, sí, como una queja. Al menos uno sueña con desvelar esos secretos, mediante puros poemas no por inútiles menos sagrados. 
    Mas aquel que puede 
    embriagarse por lo dorado de unas piedras, 
    ascender incluso a lo divino, 
    eludirá el bullicio ignominioso de los estudiantes. 
    Y así, su indiferencia será juzgada 
    como pereza y desaliño 
    por los alegres blasfemos de la noche, 
    o por aquellos que ofrendan su veneno aguado 
    en la cofradía de las fotocopias.
    Pero tú sueñas con secretos.
    Acaricias la piedra y percibes su tacto dorado, 
    a punto ya de salir al viejo patio.*
    [*La Catedral Vieja (religiosamente pagaste la entrada cual si fueras un turista, sin serlo): del viejo claustro al patio saliendo estás ahora.]
    Luego, después, 
    «Libros viejos y de ocasión»: compras uno 
    en apariencia muy normal 
    (un eslabón al menos... un eslabón al menos...): "Sombra 81
    (te seduce su aspecto intranscendente)
    y piensas, iluminado aun estás (la luz, la piedra), 
    que acabas de adquirir (balsámica mentira mitiga tus tinieblas) 
    un fantástico incienso.
    Y de esta forma (no lo dudes) a ellos, los altivos borrosos, 
    les estarás dando la razón 
    (¡oh, gratuita ofrenda!: una vela en la bruma, en lo nublado) 
    y de ti pensarán que estabas loco.

2. Calle Pérez Oliva 7
La casa de la infancia: un primer piso.
Un letrero (abajo): Gispert.
Y por faltar la llave, hubo que entrar por la ventana
por el balcón:
el chico del taller.
Nuestro patio tenía suelo de grueso vidrio
                                         de grueso vidrio
                                         de grueso vidrio
Apareció en el patio un muñeco de plástico,
que daban con el detergente, un guerrero lanza en ristre;
de una sola pieza (plástico duro) jinete y caballo.
                                        El más poderoso
                                        El más poderoso
decía la canción de la tele.
Cerca había una plazuela, que llamábamos la plaza de las chinas.
Y cerca quedaba el Mercado de San Juan.
        El Mercado de San Juan con sus arcos,
        soportales de piedra,
        el escudo de la ciudad,
        conchas...
        (evocación de la Plaza Mayor,
        de la Casa de las Conchas...)
        Y como el proyecto 
quedara paralizado por la guerra, finalizada esta comenzáronse las obras. Corría el año 1942, creo. Sí, mira, en este libro lo pone; y se terminaron en 1945. ¿Qué más pone? Pues... los planos los hizo Luis Gutiérrez Soto, para ser luego realizada la obra por un tal... Ricardo Pérez Fernández.
Allí
en los soportales
había
un
kiosco
donde compramos la novela "Tal par cut"
que luego resultó no llamarse así, sino 
"Tal para cual" (un título más lógico).
No, hombre, lo que pasa es que el
título se leía mal, y parecía que 
ponía "Tal par cut", pero no.
El más poderoso, El más
poderoso, decía la can-
ción de la tele. Y mi-
ra: el suelo del pa-
tio era de grue-
so vidrio, de
grueso vi-
drio...
***
*

    3. Tal para cual
    Allí la compramos (novela gráfica para adultos): 
    una novela del oeste. Y los niños se extrañaron
    GISPERT 
    de que una novela para adultos en nada se diferenciara
    DE GRUESO VIDRIO 
    DE GRUESO VIDRIO.... 
    (en cuanto a contenido llamémoslo moral) 
    de, digamos, El sheriff King, por ejemplo. 
    El teniente Blueberry, que pronto aparecería también
    EL MÁS PODEROSO
    EL MÁS PODEROSO... 
    en las revistas juveniles, era bastante más para adultos 
    que Tal para cual. A mí me gusta mucho Tal para cual
    el guion, realmente bueno, anónimo, resultó luego ser de... 
    ¡jobar!, 
    ahora se me ha olvidado el nombre... el hermano de 
    Armonía Rodríguez, la mujer de Víctor Mora, 
    el de El capitán Trueno; si, hombre... si conozco el nombre 
    perfectamente... es un nombre original, como el de su hermana; 
    uno de esos nombres que se ponían en la Segunda República... 
    ¡Ah!, ya me acuerdo: se llamaba Floreal Rodríguez Lázaro, 
    aunque firmaba Flores Lázaro.
    (Y cerca quedaba el Mercado de San Juan.) 
    Pues ese era el guionista de Tal para cual, Flores Lázaro; 
    pero como no figuraba su nombre (ni el del dibujante) 
    me costó tiempo averiguarlo. 
    «Pero lo averiguaste». 
    Sí; en cambio el nombre del dibujante, 
    que me gusta mucho, sigo sin saberlo. 
    Es un dibujante muy expresivo, algo ecléctico; 
    dibuja muy bien a las chicas, tiene un trazo decidido, rotundo... 
    Volviendo a Flores Lázaro, la verdad es que es un escritor 
    de esos de Bruguera de mucho nivel; 
    de esos escritores que escribían de cualquier cosa, 
    de lo que les mandasen. 
    Profesionales como la copa de un pino, que se dice. 
    Ya quisieran muchos escritores de esos bien considerados... 
    Este Flores Lázaro era realmente versátil; 
    cuando supe que era él el autor de Tal para cual dije
    (GISPERT:
    PÉREZ OLIVA 7) 
    ¡vaya sorpresa!
    porque había leído varias cosas suyas; por ejemplo 
    una biografía de Winston Churchill, o un libro sobre los egipcios. 
    Posteriormente a Tal para cual 
    (muy, muy posteriormente: muchísimos años después) 
    encontré un libro suyo realmente interesante, 
    firmado con el pseudónimo Howard Alden: 
    El instinto sexual y sus aberraciones
    con portada y contraportada un tanto (sutilmente) 
    sicalíptica para un libro "científico".
    Y CERCA ESTABA EL MERCADO DE SAN JUAN

    4. Fragmentos extraídos de Tal para cual 
    (textos de Flores Lázaro). 

    5.

    6. Recuerdo
    que el carnicero del Mercado de San Juan se llamaba Fede.
    Cuando pienso en Fede pienso en Anthony Perkins,
    aunque Fede, que yo recuerde
    (apenas recuerdo su rostro)
    no se parecía a Anthony Perkins.
    Pero Fede era alto y delgado (y de hombros anchos, sí)
    como Anthony Perkins.
    Recuerdo
    que el carnicero del Mercado de San Juan se llamaba Fede.
    Cuando pienso en Fede pienso en Sergio
    (el de Sergio y Estíbaliz)
    aunque Fede, que yo recuerde,
    (apenas recuerdo su rostro)
    no se parecía a Sergio.
    Recuerdo que, mucho tiempo después,
    cuando hacía ya muchos años
    que no vivíamos allí
    (Pérez Oliva 7)
    entré en el Mercado de San Juan
    y vi a Fede, que era el de siempre,
    pero ya tenía el pelo gris.
    Ahora, aquel día en que vi a Sergio,
    digo... a Fede...
    a Fede con el pelo gris...
    ahora ese día está muy, muy lejano.

7. Mujeres orientales paseando
en la plazuela (exóticas sombrillas)
Anthony Perkins las contempla,
sentado allí en un banco.
(La plaza de las chinas... la plaza de las chinas...)
«¿Qué te pasa?»
El niño se quitó el zapato. «Se me han metido chinas.»
«Qué te pasa?», había preguntado la madre.
«Es que se me han metido chinas en el zapato.»
La plazuela estaba llena de esas priedrecitas redondeadas;
de ahí el nombre: la plazuela de las chinas
o la plaza de las chinas
    No por las mujeres orientales paseando, con sus exóticas sombri- llas. No. No había mujeres orientales paseando, con sus exóticas som- brillas. No las contemplaba Anthony Perkins, sentado allí en un banco.
Pero sí, mira: mujeres orientales paseando,
con sus exóticas sombrillas.
Yo las veo, y también las ve Anthony Perkins,
sentado allí en un banco.
(La plaza de las chinas... la plaza de las chinas...)

8. La Catedral Vieja.
    Ya estás allí. Y miras a lo alto. Un San Miguel románico, las bóve- das, el retablo. Miras a lo alto. Los turistas deambulan por el templo. Después la Capilla de San Martín, con sus pinturas góticas.
Allí hay escrito un nombre,
un nombre que ya sabes:
Antón; y su apellido
es Sánchez (el primero)
y el otro: de Segovia.
Sales de la capilla
(la pequeña capilla)
y otra vez estás ya
mirando hacia lo alto
cual turista, sin serlo.
Naciste en Salamanca,
en la ciudad magnífica
 con su vista magnífica 
que en el reflejo acuático
(del Tormes fluctuante)
es cual leve oro líquido.
Miras la bella cúpula
(el interior tan bello,
la construcción preciosa
de la Torre del Gallo),
el San Miguel románico.
    Y otra vez vuelves a mirar el retablo (el Retablo Mayor), con tantas escenas tan difíciles de ver en directo. Habrás de recurrir (luego, más tarde, algún día) a reproducciones. «Bueno, no, calla; antes pude ver todos los cuadros en directo, de cerca, en la exposición aquella...» 
La exposición aquella 
(pusieron un andamio):
Las edades del hombre.
    Siempre te gustó ese retablo. Hubieras ido todavía más veces a verlo, que ya es decir, si no hubieran cobrado entrada. No era barata la entrada. El fresco de la bóveda es de Nicolás Florentino, y el resto del retablo lo pintaron él y sus hermanos. 
Me gustó ese retablo
siempre, y hubiera ido 
aún más veces a verlo 
(y decir eso es mucho) 
si no hubieran cobrado 
esa bendita entrada. 
(porque no era barata 
esa bendita entrada). 
En la bóveda, el fresco 
lo pintó Florentino; 
Nicolas Florentino,
que el resto del retablo 
(las tropecientas tablas) 
pintó con sus hermanos.
    Y... ¡mira, sí, Dios mío, están ahí!, puedo verlas, os juro que puedo 
    verlas: las mujeres orientales paseando con sus exóticas sombrillas; 
    pero que en realidad no me perecen chinas, 
    sino más bien japonesas. 
    Sí, son japonesas, está claro. 
    «Pero si son las mismas que estaban, cuando eras pequeño, 
    en la plaza de las chinas...», 
    dice Tito Golgorito.
    Ya, es verdad, tienes mucha razón; son las mismas;
    pero eso es porque yo, cuando era pequeño 
    creía que las japonesas eran chinas.
    El caso es que aquí están ahora, tan reales: ¡las japonesas!
    paseando con sus sombrillas por las naves de la catedral.
    Hace sol mucho sol, en el interior del templo viejo.
    Cuando termine la exposición volverán a poner el techo 
    como antes (como antes, Dios mío, como antes...),
    y ya no habrá que ponerse la mano a modo de visera 
    para contemplar el retablo, el San Miguel, las bóvedas translúcidas, 
    el interior translúcido de la Torre del Gallo.

    9. (Él) amaba los todos los anuncios:
    Gaseosa la Casera, la marca que recordará con agrado.
    a mí La Casera!
    Winston: el genuino sabor americano.
    Cola Cao, el alimento de la juventud.
    Ud. vivirá mejor y será más feliz con Kelvinator.
    Madelman: lo puede todo.
    De el Caserío me fío
    (por algo es el primer queso en porciones de España).
    Tulipán lo hace todo más apetitoso.
    Soberano es cosa de hombres.
    La felicidad del hogar... con Danone cada día.
    Cola Cao, alimento completo.
    Cola Cao, el alimento de la juventud.
    Persil lava por sí solo.
    Caldo Maggi: esta es la marca de calidad, dice mi Mamá.
    Jugo de tomate Vida: el aperitivo para todas las edades.
    Fanta está bien buena.
    Fanta ¡es muuuucho refresco!*
    [*¡Cuántas veces dibujaste de niño el payasete de la Fanta!]
    Pero quizá (probablemente) tu anuncio preferido fuera:
    NOGAT
    Raticida de acción rápida
    Nunca falla
    El terror de las ratas
    La sentencia a su maldad.
    Aunque también te gustaba mucho aquel de:
    El consejo de un amigo, de CEAC
    (no en vano el protagonista de aquel anuncio era tu tocayo).
    Y, por supuesto, aquel  de Charles Atlas:
    La mofa que transformó un ratón en un león.

    10. Algunos textos extraídos de un viejo Pulgarcito:

    11. Algunos textos extraídos de un viejo Mortadelo:

    12. Algunos textos extraídos de un viejo Tótem:

    13.

    14. En el museo (Madelman Tulipán) de la Catedral Vieja.
    Pero algunos te habían oído decir: «del Pulgarcito me fío»; 
    para luego, acto seguido, susurrar: «Tótem lo puede todo.»
    GISPERT
    «Hay muy buenas pinturas: Madelman lo puede todo», dijiste. 
    Sí, Madelman lo puede todo, decían en la televisión. 
    Y tú ibas a la Catedral Vieja (en la era de la televisión 
    y los cómics),
    GISPERT 
    y allí estaban las pinturas de Fernando 
    y las de Francisco Tulipán, ambos apellidados Madelman 
    lo puede todo,
    (GISPERT:
    PÉREZ OLIVA 7)
    ¡vaya sorpresa!
    EL MÁS PODEROSO
    EL MÁS PODEROSO 
    lo hace todo Gallego más apetitoso.*
    [*Francisco y Fernando, ambos apellidados Gallego. De ambos au- tores se exponen obras en el museo de la Catedral Vieja.]
    Y aunque la Catedral Cola Cao vetusta Vieja era el alimento 
    de la juventud siempre la misma 
    surgían nuevos tebeos (luego cómics).
    Persil lava por sí solo. 
    Y tú habías ido comprando Caldo Maggi todas aquellas revistas:
     Pulgarcito, Mortadelo, Trinca* (pocas veces: 
    era cara, pero la tenían en aquella biblioteca), 
    Totem, Metal Hurlant...
    [*Trinca, editada con buen papel, era más cara que otras revistas del momento.] 
    (más la aparición de un nuevo tebeo, de un nuevo cómic
    el aperitivo para todas las edades 
    no hacía que te olvidaras del anterior: siempre fiel 
    fuiste al Pulgarcito y al Mortadelo, por ejemplo) 
    Eran aquellos tiempos de Soberano, 
    cuando se decía (Madelman lo puede todo es cosa de hombres*) 
    [*Aquí se mezclas dos eslóganes: Madelman lo puede todo y Sobe- rano es cosa de hombres.]
    que eran el mismo: los dos apellidados Gallego. 
    Pero no. Son Madelman lo puede todo Cola Cao 
    el alimento de la juventud padre e hijo,
    GISPERT 
    se piensa ahora.*
    [*En otros tiempos se pensaba que Fernando y Francisco Gallego e- ran el mismo; hoy se piensa que son padre e hijo.]
    Porque «Moebius era en el Totem 
    lo que Ibáñez había sido (seguía siendo) 
    en el Mortadelo*», pensabas (pensé: pienso).*
    [*Para muchos lectores, Moebius era la estrella de la revista Totem, de la misma forma que para muchos la estrella de la revista Mortadelo (por algo la revista se llamaba así) era Ibáñez.]
    [*O sea, que el autor del presente poema está hablando en segunda persona de sí mismo, y además declara que sigue pensando como entonces.]
    Eran pintores Winston salmantinos:
    YA ES NAVIDAD EN EL CORTE INGLÉS 
    el genuino sabor americano pero de estilo flamenco; 
    es decir, ese estilo que (por algo es el primer queso en porciones 
    de España) fue creado por Van Eyck.
    Fanta está bien buena. 
    Fanta ¡es muuuucho refresco!
    El estilo flamenco tuvo (la felicidad del hogar) éxito en Castilla 
    con Danone cada día, pero no podemos olvidarnos
    GISPERT 
    de Escobar o de Crepax.*
    [*Es decir, no podemos olvidar que Escobar o Crepax eran también estrellas: de Mortadelo o de Tótem, respectivamente.]
    Los Gallego y Pedro Bello forman
    NOGAT, el terror de las ratas
    ¡a mí La Casera!
    (apareció en el patio un muñeco de plástico*
    la llamada escuela de Salamanca.
    [*Otra vez el muñeco de plástico.] 
    El más famoso es Fernando GISPERT Gaseosa la Casera
    que tiene pinturas en el Prado (la marca que recordará con agrado).
    CEAC: el consejo de un amigo. 
    Pedro Bello es ingenuo, rotundo, algo tosco; 
    a mi cada vez me gusta más. 
    Usted vivirá mejor y más feliz con Kelvinator. 
    Fernando es buenísimo, y desde hace tiempo está considerado
    GISPERT 
    como uno de los pintores españoles más importantes
    que daban con el detergente; 
    un guerrero lanza en ristre  
    del estilo flamenco de una sola pieza 
    (plástico duro) jinete y caballo.
    EL MÁS PODEROSO
    EL MÁS PODEROSO*
    [*Referencias al muñeco, que se mezclan con otras a Fernando Ga- llego.] 
    Francisco es algo especial; su retablo de Santa Catalina
    ¡vaya sorpresa! 
    que está aquí en el museo, tiene una nitidez y un acabado 
    extraordinario; 
    las figuras humanas son muy expresivas. 
    Sus rostros, sus expresiones, 
    de un estilo flamenco con algo de ingenuo pero de técnica perfecta, 
    hacen pensar en el estilo vanguardista llamado 
    Nueva Objetividad (Otto Dix, etc). 
    Y luego en el museo está la extraordinaria pintura del San Miguel 
    (Charles Atlas) 
    de Juan de Flandes, con la perfección de dibujo y color
    GISPERT 
    que caracterizan a este flamenco afincado en España. 
    A Juan de Flandes no se le ha dado toda la importancia
    GISPERT 
    que merece, tal vez por hacer pintura de estilo flamenco 
    en época tardía, pero sobre todo porque los críticos de arte 
    no tienen ni pajorera idea. 
    El gran Alberto Durero, cuando hizo su viaje por los Países Bajos, 
    pudo ver unas pequeñas tablas de Juan de Flandes. 
    Durero, uno de los mayores genios de todos los tiempos, 
    escribió que las pinturas de Juan de Flandes eran, en colorido, 
    de lo mejor que había visto.