LA CRIADA JUANETA
(Historietas Varias)
escritas por
Pedro Fernández Cuesta
***

UNO
LA CRIADA JUANETA
en
Doncella necesito

    1. Doncella necesito
    reza el anuncio.
    Doncella como quien dice asistenta o criada.
    Doncella necesita (¿quién? no lo pone)
como quien dice chica y añádese (anuncio por palabras) una dirección y un teléfono. «Doncella necesito, una dirección y un teléfono y na más», piensa Juaneta.

    2. «¿Puedo telefonear, señá Luzgarda?», pregunta Juaneta
a la señá Luzgarda, la dueña de la pensión, que es una gorda de mala catadura que haría temblar a un pirata. «¡¿Cómo dices?!», brama la iracunda gorda.

    3. «¡Vergüenza y desacato contumaz!»,  
ladra más que exclama la furibunda gorda, casi abalanzándose sobre la joven e ingenua Juaneta, que se echa hacia atrás, asustada. «¿Quieres hacer uso del teléfono cuando me debes tres meses y medio, atrevida muchacha? ¡fuera de mi vista antes de que te ponga de patitas en la calle!» 

    4. «Bueno, pues iré andando», piensa
Juaneta, que ya se encamina hacia la calle del Proboscídeo Sutil nº 8, la calle del anuncio. «Según me dijo el guardia la calle no queda lejos, así que puedo ir andando», piensa la fámula. O más bien la aspirante a fámula, desde que fuera despedida con cajas destempladas por aquella ballena con faldas llamada doña Emeteria. «Pero al menos deme una carta de recomendación», había suplicado Juaneta a doña Emeteria. Y doña Emeteria le había escrito una carta, una cruel misiva que decía así: «Juaneta es una chica carente de valores éticos y estéticos; a veces se esfuerza, pero con escasos resultados.» Y luego la firma (Emeteria) y la rúbrica.

    5. Y entonces
    (calle del Proboscídeo Sutil nº 8)
algo que ella no esperaba. ¡Ah, ya!, uno que era un sátiro, ¿no? ¿Eh?, ¡oh, no!, era algo... de drogas (¿Cómo?) sí, sí, de drogas. ¿Y eso qué tiene que ver con ella? Querían utilizarla, ¿sabes? para pasar droga... o algo así (¡No me digas!) sí, sí, algo así...
    ¡CRACK! ¡ZASS! ¡CATACRÁS! ¡TUMB!
    –Pero... ¿eso hizo ella? ¿tanta fuerza tiene?
    –Por lo que se ve.
    –¿Y el sátiro... o sea, el traficante o lo que fuera?
    –En el hospital escayolado y luego una temporadita a la sombra...
    –A pan y agua, me imagino.
    –Se supone.

    6. «Tú harás lo que yo te ordene, nena»,
masculló aquel tipejo de ínfima ralea. –¡No me das miedo! –exclamó Juaneta– ¡suéltame o te atizo! «¿Tú a mí?, jua, jua, jua, ¡huy, que me troncho!» –¡Yo sí que te voy a tronchar a ti, truhán!
    Era un truhán de pelo en pecho, cicatriz en mejilla y tilde sobre la a. Era otra época: los años setenta; 1971, para ser más precisos.
    –Tú harás lo que yo te ordene, nena –masculla el tipejo.
    –¡No me das miedo! –exclama Juaneta–, ¡suelta o te atizo!
    –¿Tú a mí?, ¡jua, jua, jua!, huy, que me troncho!
    –¡Yo sí que te voy a tronchar a ti, truhán!
    –¡Eh, chica!, ¿qué haces con ese piano? ¡déjalo inmediatamente!
    Pero, sacando fuerzas de flaqueza, Juaneta levanta el piano y...
¡CRACK!
    (Para el truhán en su cumpleaños, y sabiendo le gusta: ¡CRACK!)
    Todas las notas dormidas han despertado alarmadas.
    Notas ebrias que revolotean en torno al ¡CRACK!
    [El horóscopo del truhán: signo pésimo de la semana]
    Estrellas giran en torno a su descomunal chichón.
    Pero el truhán se crece en su castigo: quiere más.

    7. ¿Juaneta carente de valores éticos y estéticos?
¡Oh, calumnia crasa y repelente! ¡más que esa doña Emeteria valores éticos y estéticos tenía ella! ¿acaso la joven fámula no compartía su pan con las palomas? (ética) ¿acaso ella no leía tebeos? (estética). En cambio, doña Emeteria... era más agarrada que un chotis (carencia de ética) y... ¡pero qué cortinas más horrorosas, por favor! (carencia de estética).

    8. Doncella necesito,
rezaba el anuncio y luego (la maldad humana) pues eso, un sátiro o un traficante o las dos cosas (lo cortés no quita lo valiente... o lo cobarde) ¡así va el mundo! Pero el tipejo se llevó su merecido ¿eh? pues ella, Juaneta –doncella, asistenta, fámula o criada en paro– le paró bien los pies estrellándole ¡CRACK! un piano de media cola en la chola ¡Toma del frasco, chalao! Pero, ¿cómo tenía tanta fuerza esa chica? ¡Yo qué sé!, sacaría fuerzas de flaqueza. Pero ¿qué pintaba un piano de media cola en casa de un depravado sátiro contrabandista? Creo que lo había ido robando pieza a pieza... ya sólo le quedaba por robar la otra media cola. ¡Qué sinvergüenza! Pero Juaneta le dio pa’l pelo, pues a más de ¡CRACK!, también ¡ZASS y ¡CATACRÁS! y, de propina, ¡TUMB!

    9. Cuando doña Emeteria
(esa gorda insoportable –burguesa de pro–) supo de la fazaña (digna de la Alta Edad Media castellana) de su exfámula, se mordió las uñas hasta los codos por aquello del remordimiento. «Yo la eché y ahora es famosa, voy a ser la rechifla de propios y extraños.» También la señá Luzgarda se remordía de pura envidia pensando en una Juaneta feliz; ¡y claro que Juaneta lo estaba! ¿no lo estarías tú con un enorme saco (la recompensa) repleto de billetes verdes como lechugas?
    «Je, je, esta vez ha terminado bien la historieta», piensa Juaneta.
FIN


DOS
LA CRIADA JUANETA
en
El sol del pueblo

    1.Hay un jarrón sobre la mesa
y, sobre el jarrón, un gato inmóvil como un jarrón. Gato negro, negro jarrón sobre el sillón sobre la mesa. Y la cortina estampada y el cuadro en la pared. Ya volaron las lechugas (o sea, los billetes). Dadivosa ella (Juaneta) todo se fue en regalos. Para su padre una vaca lechera, para su madre una vajilla de plata mejor que la del señor alcalde, para su abuela el televisor que tanta ilusión le hacía, etc, etc. Y ya está otra vez trabajando de criada, esta vez para un matrimonio con tres hijos (un matrimonio fatuo con tres niños repelentes).

    2. Pero hoy ella, Juaneta, está sola
en la casa, pues los dos fatuos y sus repelentes han salido a visitar el zoológico o a algo por el estilo. Se asoma a la ventana de su cuarto, en el bajo, y saluda a la portera, que barre con su delantal. Hablan. Aún luce el sol. Pasa un chavalín, jugando con la Bola Loca (el juego loco, loco... del verano) [para sujetar la pelota, cierra el agujero con el dedo pulgar; para sujetar la pelota levanta el pulgar del agujero].

    3. «Bueno, ya he hablado un rato con la portera,
ahora regaré al jardín», piensa.

    4. Mientras riega una maceta
con la regadera azul, Juaneta dice a la flor: 
    –Bebe, bebe, florecita, ¡cómo se nota que tienes sed!
    
    5. La flor es hermosa, 
azul, azul cual la regadera, cual la cofia de Juaneta y el delantal; pues azules ambos son: la cofia y el delantal. «Bebe, bebe, florecita, ¡cómo se nota que tienes sed!, pero despacio, no te atragantes.»

    6. Piensa Juaneta el el patio de su casa,
allá en el pueblo. Allí hay flores más rústicas, árboles más rudos y sanos; allí, en el pueblo, plantas, flores y árboles son más felices, pues el sol tiene mayor valor nutritivo. El sol de su pueblo es coloradote y sano, como buen sol de pueblo.

    7. «Pero ahora», piensa Juaneta,
«el pueblo está cambiando». Sí, Juaneta, el pueblo está cambiando. Ya no sólo el alcalde tiene coche; ya no sólo farda de vespa el hijo del alcalde. «Ahora mi hermanito también tiene vespa, como el hijo del alcalde», piensa Juaneta. Con ella (con la vespa) volaron las últimas “lechugas” de la recompensa. Y para ti (dadivosa) apenas reservaste nada; algo (poco) que guardaste en una caja de ahorros.

    8. Ahora el sol de tu pueblo,
¿verdad Juaneta?, que nunca hizo ascos al olor del estiércol, al olor de los muladares, tuerce el gesto por el olor del humo de los motores.

    9. «Lararí, larará», canta Juaneta
mientras riega las flores de su señora. Un sol burgués algo tristón luce con desgana.
FIN