Que no se rompa el hilo
que une la literatura con su origen, la música; que no se rompa ni tan siquiera en la prosa de aspecto menos rítmico, de aspecto no poético. Que siempre esté en lo literario lo lírico (la música, la lira) aunque no lo aparente. Que no se rompa el hilo; pues cuando la literatura está vivificada por el hálito lírico (por el hálito músico) es mucho más que un eco del ruido cotidiano, pues convoca la esencia originaria aunque no lo aparente a simple vista.