miércoles, 1 de enero de 2025

 Entrevista a Pedro Fernández Cuesta
con motivo de la publicación
de su novela 
HOT JAZZ JACK
por el periodista Lechugueto
(continuación 5)

    Lechugueto:
El otro día yo te preguntaba por tu novela y tú me hablabas de tebeos. Y es curioso porque, quizá, esa fijación tuya con los tebeos explique muchas cosas; por ejemplo el hecho de que Blake, el protagonista de tu novela, se parezca mucho a un personaje de tebeo, en el sentido de un personaje plano, sin ese relieve, sin esa profundidad psicológica que se supone ha de tener un personaje de novela de enjundia (pienso, por ejemplo, en Dostoievski). ¡Y fíjate que digo tebeo y no cómic!, porque en el cómic moderno los personajes, muchas veces, no son planos o al menos intentan no serlo. Te pondré un ejemplo: El sheriff King sería el típico personaje de tebeo, mientras que Alack Sinner, en cambio, sería un personaje típico del cómic moderno. Y no me malinterpretes, ¿eh?, que yo no tengo nada en contra de los personajes de tebeo, pues al fin y al cabo yo soy, en mi origen, un personaje de tebeo.
    Pedro:
 Me alegro de que me plantees esta cuestión, Lechugueto, ya que de forma premeditada he pretendido que Blake careciera de complejidad psicológica. ¿Que por qué? Pues para hacer de él no el trasunto de un posible (verosímil) ser de carne y hueso sino un arquetipo. ¿En qué sentido un arquetipo? Pues en el sentido de un personaje donde lo mítico (lo suprahumano) se da la mano con lo humano. O, dicho de otra forma, un personaje donde se aúna lo infinito y lo finito. Esto lo había percibido en esos personajes de tebeo como El sheriff King, El capitán Trueno o El inspector Dan. ¿Personajes planos?, no, sino que adquieren la profunda trascendencia del mito. Y aún digo más: muchas veces, por la escasa psicología de esos personajes, esta psicología (que acaba apareciendo –aunque uno no lo quiera–) adquiere, cuando se muestra (por inusitada) una fuerza extraordinaria. El sheriff King, por ejemplo, muy rara vez exteriorizaba sus afectos, pero cuando lo hacía, precisamente por lo inusitado del hecho, la significación de este rasgo adquiría un valor magnífico. 
    Lechugueto:
¡Qué interesante! Esto daría para todo un ensayo de pro y de contra.
(continuará)